En chándal y al trabajo
Hoy me preguntaron porque había puesto a mi blog En chándal y al
trabajo, a lo obvio contesté, quien me conoce sabe que soy fanática de esta
prenda, siendo injusto el hecho tener que ir ataviada de manera incomoda a
trabajar, como si ya no es suficiente lo difícil del día a día, para que además
transcurra encima de unos stilettos.
Pensaba yo que mi discurso era de lo
más convincente, cuando mi compañera refutó: “entonces ¿por qué no
tratar temas de este tipo? y no te metes
en política”. No tuve nada que responder,
ya que necesitaba tiempo para analizar sus argumentos.
El nombre de mi blog me encanta…si fuera una marca ese sería mi tagline!!
Así las cosas, me puse manos a la obra a navegar en busca de información
relevante de mi prenda favorita. La palabra chándal es una abreviatura de
'marchand d'ail'. O sea, vendedor de ajos. Así se denominaban los jerséis gruesos
que a menudo vestían los vendedores ambulantes en Francia a finales del siglo
XIX. La prenda fue pronto muy popular entre la clase obrera, es decir, la
mayoría de la población.
El uso de este tipo de prenda se aplicó al ámbito deportivo ya que se
descubrió que era muy cómodo para dicho fin, evolucionando en el ‘chándal’ que hoy en día
conocemos y que se fabrica en infinidad de modelos y con diversos materiales
textiles, que además es cómodo para todo. Tal ha sido su importancia que, en la Primera Guerra Mundial se disparó la
demanda de chándales y las tropas francesas debían llevar una, puesto que se
estimó que era una estupenda forma de conservar el calor sin restar movilidad a
los soldados.
Hoy día, muchas personas lo usan para ir a trabajar, y no me refiero a
Rafa Nadal, sino a trabajadores, como Fidel Castro que cambio el uniforme por su cómodo chándal o el difunto Presidente
Hugo Chávez que también era de estar “cómodo” cuando aparecía los domingos en
televisión. La verdad es que cualquier famoso puede aparecer con esta prenda, y
no pasa nada, desde Britney Spears a Rocío Jurado, sin dejar de nombrar a Santiago
Segura, que confesó haber recogido su Goya de 1993 por su cortometraje ‘Perturbado’
en chándal.
Pero si se le ocurre a Lilibeth la hija de Marina, salir a trabajar, a
ganarse la vida con su humilde profesión
en chándal se arma la de san Quintín.
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